En este contexto, el uso de la madera como principal material de construcción encaja perfectamente en las exigencias de este nuevo modelo, cambia radicalmente las bases de la industria al no estar basada en la quema de energías fósiles: la materia prima es de origen natural, y el árbol, para producir madera emplea energía solar.
Pero además, al ser un material ligero emplea menores cantidades de energía para su manipulación y transporte, así como para su mecanizado y transformación; permite ahorrar cimentaciones e incrementar la productividad; apenas produce residuos, se puede reciclar gran cantidad de veces y al final de su vida útil aporta energía limpia.
Una vez que forma parte de una vivienda, al ser un gran aislante térmico y acústico, permite alcanzar un mayor confort, con óptimos resultados en calefacción y refrigeración, así como en aislamiento acústico, lo que lleva implícito un considerable ahorro de energía, sobre todo en sistemas de producción de calor.